Era una tarde común, como cualquier otra, en la primaria Sor Juana. El 2 de noviembre se celebraba, como de costumbre el altar deslumbraba, sin imaginar la sorpresa que este día les esperaba. Desde la entrada, Eli a los alumnos esperaba, sin darse cuenta que ese día la única que ingresaba era la calaca. Con un enorme frío y con un fuerte grito, ella saludaba diciendo “mis queridos maestros este será su día de muertos”, de a uno por uno los fue eligiendo, como niña corriendo.
Como de costumbre el primero fue Ubaldo y la muerte diciendo “Tú, él todas mías serás, pero de la muerte no te escaparas”. De un momento a otro la muerte con Martha fue a dar, diciendo “Martha Martita, pasa a dar una clase particular porque este día la muerte te va a llevar”
La calaca insaciable recorría los salones, azotando los portones y diciendo “maestros hay por montones, pero esta vez… ¡Quiero a los mejores!”
De pronto, la catrina más y más se acercaba, hasta que a Lorena la muerte al oído susurraba “Lorena Lorenita, tú que en tu butaca siempre estabas y que junto a Miriam, Paty y Bárbara, con el café las horas les pasaban y dirección jamás abandonaban, pues les cumpliré el capricho y esta tarde, como bien te lo había dicho, que sin compasión y por lo dicho, en el panteón tienen su nicho”.
La Muerte, con su risa celebraba, que a estas cuatro al panteón ya se llevaba, risa y risa caminaba divertida. Sin pensarlo, con Luis de física se toparía y de frente ella le decía “Luisito Luisito, tú por ser el más flojito te convertirás en muertito, pero alto, ve despacito, que el director Armando, el morenito, el que sale a cada ratito, se ira juntito contigo”
Mientras tanto, Irma y Micaela, riendo de la calavera, sin pensar que a sus espaldas la muerte las espera. De pronto, Micaela se sorprende de ver a la calavera, que sin pensarlo si quiera, junto a Irma se la lleva. Pero oh, sorpresa se llevaría la calavera que aún su tarea no acabaría en esta escuela. La huesuda, muy confiada, a Janeth ella llamaba y a la maestra, como siempre, la comida delataba. Sin dudarlo, la muerte a ella le gritaba “De golosos y comelones están llenos los panteones” a los cual Janeth le respondía “Sin educación quieres dejar, con los maestros has de acabar” De pronto la catrina con coraje le diría “Mira mira, picosita que por ser tan peladita te haré calaverita “
Y de esta manera la huesuda se salió con la suya y en pleno 2 de noviembre nos dejó sin docentes.
De nuestros muertos hay que conservar las tradiciones, ponerles en su altar, fruta y comida a montones, con su coca o tequila recordar, por si algún día la muerte nos llega a tocar, nuestra familia de esta manera nos va a recordar.