Estaba Peña Nieto, sentado en su silla presidencial
observando con orgullo su gran reforma educativa,
junto a él, sentada la huesuda con gran expectativa.
Mientras tanto en Arroyo Hoja de Venado
En la primaria indígena Ernesto Che Guevara
Joel y Feliciano se rompen la cabeza al pensar
cómo diablos echar a andar
aquella gran idea de su majestad.
Si en los pueblos fuera su realidad,
preocupa más que no hay nada que tragar.
Que aquellos seis dedos por explicar
para acabarla de amolar por culpa de EPN,
Feliciano no pudo renovar,
aquella licencia denominada “acuerdo presidencial”.
Al ver esto la huesuda tomó una buena decisión
Llevarse a aquel copetón,
que hundió a México en la opresión.